El Pando y la embancada
Y pensar que no quería rayar la pintura de su carro…
Estaba su servilleta en cierto evento
político (acarreados ustedes, yo fui por convicción) cuando suena el wassapero
tono de mi smartphone. Resulta ser que hace ya unas semanas habíamos
quedado en salir el fin de semana de este 7 de Noviembre a rumbos de la Peña
Blanca en busca de algún rijoso ictiomacho
gallináceo, un pez gallo pues, y el mensaje era para ponernos de
acuerdo.
Total que para el viernes 7 ya estábamos más puestos que brilloso vestido de
quinceañera antes de bailar el vals (¿por qué será que no hay otro vals
que Tiempo de Vals de Chayanne para estos propósitos?... en fin de esto no
trata la reseña). Pues les decía que ya teníamos todo listo, planeado y
dispuesto para salir mar rápido que la fregada (y miren que la tal fregada es
muy rápida) con rumbos del Acuario del Mundo, nuestro hermoso Mar de Cortés,
cuando Ricardo me dice por wassap, “we, siempre vamos a ir al Pando porque el Felipe no quiere
rayar su carro”. “Por mí no hay fijón”,
le contesté, “el chiste es salir”. Total
que después de subir los chunches al Papalote, entiéndase el remolque de Don Ricardo del Sagrado Corazón de Jesus Medina y Medina, nos
encaminamos a casa del tremendísimo Jorge Ricardo Arquímides Jhonatan Fidencio Olivarría y de
los Verdes Prados de Manitú y Cantú Peñuñuri, para después pasar por el mas
añejo y experimentado de nuestro selecto (y dañado del intelecto), grupo pesqueril
Los Comandos de Guarrison Fishing Team, mismo al que desde hoy y, hasta que el Generalísimo
Brigadier de División de corbata y sin corvette, Don Marcos Leyva tenga a bien
volver a mirar pa’bajo y salir con nosotros, llamaremos simplemente Los
Comandos. Pero… ¿¿a que iba con toda esta perorata?? Ah sí!! Que pasamos por el
más añejo del equipo, nada más y nada menos que don Salvador Jauri, más
conocido en el bajo mundo del hampa y la prostitución como Don Chava. Y pélale pa’l Santa Fe a comprar lo que faltaba
para encontrarnos con quienes serian ese fin de semana nuestros compañeros de
aventuras: Felipe “El Off Road Fresa” Aguirre, Andrés “El Cheff Peleador”
Arenas, y Don Jorge “El Asesino del
Trochil”, ellos tres montados en un flamante BMW X5, ahí fue donde dije: “no,
pues con razón no quiere rayarlo”.
Y que agarramos camino por la cuatro
carriles con rumbo de Los Arrieros, pero casi saliendo, nos hace cambio de luces Felipe para avisarnos que se había
volado un sleeping bag. Total que después del obligatorio “madrazo” para el
Viejo, ya que el había disque acomodado las cosas en el Papalote, dimos media
vuelta a buscar, no uno, sino dos slepings porque Ricardo después de haber
revisado, se había dado cuenta de que eran dos los que faltaban, regresamos y
no vimos nada, llegamos hasta donde estaban Felipe y compañía y como ellos vieron
donde había quedado fueron a buscarlo trayendo uno de ellos unos minutos después.
Pues ya sabrán, todo el camino fue de pend… ejear al Viejo, no solo por
eso sino por otras burradas que había
hecho también en pasados viajes de pesca, al grado de que en un bache al carro
de Ricardo se le escuchó un ruido y dijo Ricardo que probablemente era un
amortiguador, a lo que Don Chava le pregunta al Viejo, “¿tu le ayudaste a
ponerlos?”.
Así las cosas, llegamos a los arrieros y
nos seguimos de frente con rumbo a la conasupo, no sin antes advertirle a
Felipe que el camino estaba malo. Pues ahí vamos, atrás de él, hasta que
llegamos a la desviación, ahí paramos y Andrés empezó con la carrilla para el
carro de Felipe diciendo que en cuanto tocó baches empezaron a brillar todos
los foquitos de los sensores, según Andrés aquello parecía arbolito de navidad.
Y ahí te vamos, agarramos terracería por
donde todos ustedes, o al menos algunos, han circulado cuando va a aquellos
parajes en donde el desierto se une al mar. Cuando llegamos a la primer
bifurcación (o sea donde el camino se separa en dos, inche Viejo)), Ricardo se detuvo,
sacó un rollo de papel higiénico y se bajó del carro. “¿ya tan rápido?” le
pregunté, a lo que él contestó que no era lo que habíamos pensado, estaba poniéndole
señas a un amigo mas que se nos iba a unir el sábado, el tremendo Julio
Bustamante. Y le seguimos, y en cada que el camino se dividía, Ricardo hacia la
misma operación, no sin antes corroborar con el Viejo que era el camino
correcto. Lo curioso es que en vez de llegar a
El Pando, llegamos al Himalaya y las carrillas contra el Viejo no se
hicieron esperar, tanto así que hasta un premio le íbamos a dar por tanta pen…
sadera que iba haciendo. Pues nos regresamos y ahora, en cada bifurcación
Ricardo se bajaba a quitar los papeles que había puesto y remarcar el camino correcto para Julio. Así las cosas
llegamos al Pando y de inmediato a levantar campamento.
Pues le madrugamos. Yo me lancé a la
parte sur a pegarle una buscada a los rijosos peces que tuvieran la infame
ocurrencia de atacar mis señuelos. La verdad estuvo lentona la mañana para mí,
ya que muy poco uso carnada. Soy más de estar casteando mis señuelos y probando
mis prototipos. Por lo contrario, a los compañeros que usaron carnada les fue
muy bien sobre todo con los cochitos, esos carajos hasta a los señuelos les
tiraban la mordida. Ya cuando el sol se puso bravo, regresé al campamento y así
como yo, empezaron los compañeros a recalar.
Una vez que desayunamos empezaron los
conocedores con sus platicas de carros, que si el motor hemi de este carro, que
si el turbo de este otro, que si el monoblock de aquel, el overdrive, el
clutch, los frenos, los cables, la pila, los baleros, las canicas, los trompos
y tanta sapiencia que la verdad mejor opté por irme a
dormir a la sombra del Tacoma, era demasiado conocimiento para digerirlo
de un solo trancazo.
Mas o menos a medio día, Andrés empezó a
apantallarnos con su exquisito arte culinario (asi se dice cuando alguien es
bueno para hacer comida, no piensen mal), empezó a picar verduras y se aventó
una salcita de las más sabrosas que he probado. Al mismo tiempo, agarró dos
filetes de cochito y se aventó un sashimi que mamacita querida, una sabrosura,
al grado que queríamos que se pusiera a hacer más. También el Viejo puso a
freir al disco algunos pescados y por allá se aventaron un delicioso ceviche.
La neta que por comida no quedó y de muy buen sazón.
Ya llegada la tarde, agarramos los
chunches pesqueriles y nos enfilamos a seguir con el ataque a los terrenos de Poseidón,
sin saber que esa tarde sucedería lo que a continuación les comentaré:
De veras que hay gente que si en sus cinco sentidos parece que tiene el cerebro
ensamblado en china de tanta mala conexión, al calor de las bebidas amenizantes
pareciera que en vez de neuronas tuviera aire. Resulta ser que después de ver
una demostración de Off road del Tacoma
de Ricardo (que tampoco fue una idea muy brillante que digamos), a Felipe se le
ocurrió la estup… enda idea de tratar de
hacer lo mismo en su BMW con tan mala “suerte” (si es que, como Felipe, le
quieren hechar la culpa a todo lo que sea menos al mono del carro) que terminó
por embancarse en la mera orilla de la
playa y con la marea subiendo. De verdad que nosotros creíamos que el Viejo era
el campeón de las pen… tonterías, pero Felipe nos demostró que hasta en eso hay
niveles.
Al mismo tiempo de la embancada de
Felipe, yo estaba empezando a pegarle una recia a un comedero que estaba
brincando, y mientras sacaba dos pargos de buen tamaño, miraba de reojo las tropelías del BMW hasta que quedaba en la
playa. Total que me quedé en el dilema de decidir si quedarme a aprovechar el
comedero o solidarizarme con el cafre aquel. Guardé el señuelo en la caña, la
puse sobre mi mochila y a la voz de “¡¡chingada madre!!” le dije a Don Chava que era quien me
acompañaba: “hay vengo Don Chava, voy a ayudar”.
Estábamos tratando de sacar el carro de
Felipe cuando vimos que llegaba Julio, cuando este arribó Ricardo se estaba
queriendo acomodar para jalar al embancado. No sé si ya por enojo, coraje o qué,
pero dio un acelerón dando vuelta que, al haberle bajado el aire a las llantas,
esta se hundió en la arena y se desinfló. Julio de volada fue a reprender a
Ricardo y este al principio trató de defenderse pero luego agarró la onda.
Total que empezaron a salir a relucir las habilidades de rescatistas de todos
los que estábamos ahí (léase lo anterior
con todo el sarcasmo posible), pero nada funcionaba. El más preocupado y activo
era Felipe (léase esto otro todavía con más sarcasmo) ya que desde el asiento del chofer decía a quien podía: “we, un paro, sácale aire a
las llantas”, “we, un paro, escárbale”, we un paro, dile a aquel vato que me
jale”. Así estuvimos muy buen rato hasta que Julio dijo que lo jalaran hacia
atrás, y eso se hizo. Y con esa acción se pudo subir el carro hasta donde no le pegaran las olas. Tomando eso
como un triunfo decidimos dejarla ahí y seguirle en la mañana.
En la madrugada y como a Felipe no se le
notaba ningún apuro por sacar su carro, agarré mis chunches pesqueriles y me
fui junto con Julio al mismo lugar en donde había sacado los pargos, con la
esperanza de que me hubieran escuchado los peces estos cuando dije “hay vengo
Don Chava”. Si chuy, como no, seguramente me iban a estar esperando, no solo no
estaban los pargos, no había nadie, ni los chochitos, pero pues ya estábamos
ahí, así que le insistimos. Les recuerdo
que yo tiro con señuelo, y les comento esto porque el que si le pego una recia
a un cochito que cayo tres veces en su anzuelo fue Julio, el sí sacaba al mismo
tiempo que le gritaba a su papá: “papi, papi!! Mírame papi!!”, yo sacado de
onda volteé a ver al señor, él me mira y me dice “así se la cura conmigo éste carbón!!”
Ya con el sol alto vimos como los del
RescueTeam volvían a los trabajos de rescate, en una de las casteadas me
comenta Julio, “ya lo sacaron, ya no se ve”. Uff menos mal.
Y así le seguimos casteando hasta que la solitaria
se encarbonó y empezó a golpearse contra las paredes del intestino grueso, así
que nos arrancamos al campamento a pegar una desayunada. Asimismo los Jorges
empezaron a afilar los cuchillos, no porque hubiera pleito alguno entre ellos
sino porque tenían la titánica tarea de filetear los casi 50 cochitos que habían
sacado además de otras especies, meterlos en bolsas y a las hieleras. No!
Aquello más que equipo de pesca parecía sucursal de la Alvares!! Así las cosas
y después de pegar una descansada empezamos a juntar los “tilichis” porque había
que pegarle a los Arrieros a arreglar la llanta del Tacoma, echar gasolina y
pelarle a Hermosillo porque había que tumbarle la sal a los carros después de
la faena de rescate que se dio.
Total que llegamos, dejamos en su casa a
Don Chava, al viejo y pícale a ca`ricardo, agradeciendo que no hubiera pasado a
mayores el percance y por la buena jornada de pesca que se nos había dado.
La verdad, dejando aparte el incidente
del embanque, la pasamos muy a gusto. Buena pesca buena plática, risas,
carrilla, comida, hubo de todo, una muy buena salida, esperemos repetirla
pronto. Pero eso sí, llegando le vamos a quitar las llaves del carro a Felipe,
no vaya a ser que quiera refrendar su campeonato.
Y pensar que no quería rayar la pintura de su carro.
Y como dijo Porky Pig: that's all folks!!
muy buena la reseña con lujo de detalles,
ResponderEliminarGracias Doc
Eliminarpasen la receta de la salsita, se ve buenísima, exelente la reseña
ResponderEliminarHabria que preguntarle a Andres, el la hizo, a nosotros tambien nos apantalló!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar