La Corneta de mi Capitán




Pues ¿qué les cuento? Los Comandos de Garrison Fishing Team, o al menos una parte de ellos nos lanzamos en estas pasadas fechas patrias a celebrar a México de la mejor manera posible… PESCANDO!!!
Para esto nos pusimos de acuerdo el Capitán Albures Don Ricardo del Sagrado Corazón de Jesús Medina y Medina, un servidor, el Viejo y un amigo de él Don Chava, para ir por los rumbos de la Ensenada Chica, en esta ocasión no nos pudo acompañar el Mayor magaña ya que sus deberes se lo impidieron y pues mi generalísimo sigue en tierras Defeñas por lo que estaba medio carbón que se dejara venir, así que al la voz de “inguesu el calor, los moscos, jejenes y demás inconvenientes!!” nos aventuramos por aquellos parajes.
En esta ocasión hicimos uso de equipo de alto ataque militar ya que hace poco tiempo el Capi Albures se hizo de una embarcación y con esta arremetimos no solo las playas sonorenses sino que nos aventuramos algunos kilómetros mar adentro a trolear y buscar las buenas piezas de fondo, GPS en mano y con un poderoso Fishfinder que aparte de detectar a los peces, hace un bosquejo del fondo marino, hay wey!!!



Ya de camino en carretera, íbamos comentando de todo un poco, y que si el equipo, que la lancha, que la cámara y de repente pregunta el viejo “¿tu cámara también es hidráulica?”… “no” le dije, “es de dirección mecánica” y se hizo el silencio, de repente dice el viejo “jeje quise decir que si también es acuática”, ya sabrán las curas que agarramos ese ratito.
Desde la noche del viernes hasta el domingo, este irreverente equipo pesqueril se divirtió por aquellos lares. El viernes llegamos en la noche después de una tremenda travesía Off Road, ya que pasamos por los atascaderos de las recién caídas lluvias, nuevamente el Richard puso a prueba su Toyota y este salió bien librado con todo y el remolque y la panguita jalando. Llegamos, levantamos el campamento y a dormir para probar suerte el sábado.






La mañana del sábado fuimos a pegarle un llegue por el lado norte de la Ensenada Chica, nos tocó una buena lluvia y el clima a todo dar, cero sol. La pesca se comportó a la altura y la lancha sacó la casta, con el Fish Finder detectábamos donde andaban los ictioenemigos y sobre ellos!!! Ya a eso de medio día volvimos al campamento para comer y descansar un rato.


Aquí hay que contarles algo, entre los utensilios que toda embarcación debe traer existe una cornetita con aire comprimido que sirve para pedir auxilio en dado caso que falle la embarcación. Obviamente el Richard traía la suya, pero no la usó precisamente para esto, sino que en cada chance que tenía agarraba descuidado al Viejo y sin que se diera cuenta le sonaba la corneta de cerca, ya sabrán los brincos que pegaba el viejo jajajaja




Después de comer y descansar nos lanzamos al sur de la Ensenada Chica buscando los enemigos, ahí a Ricardo y a mí nos tocó pelear con sierras, ¡¡ah qué bonito pelean estas!!, y hay que decirlo todas las sierras nos ganaron, pegaban unos brincos perrones y en el aire soltaban el señuelo. Así es esto, a veces el pez también gana. En esta salida nos pasó la novatada: movimos la lancha sin levantar lar líneas y una se enredó en la propela, pues hay te vamos remando a la orilla, para destrabarla y poder seguir. Experiencias que tiene uno que vivir para agarrar la onda.


Pues ya regresamos al campamento a cenar platicar y dormir para seguirle el domingo, que seria, en lo personal el mejor de los dos días de pesca…
Esa noche dormimos de corridito hasta las 3:00 de la mañana, hora en que el viejo sintió pasos… y sí, resultó que andaban dos mapaches queriéndose volar el “lonchi” y de volada el viejo se puso a corretearlos. Cuando Ricardo lo vio le dijo “Viejo asústalos con la corneta”, pues dos pitidos y adiós mapaches. Ya no nos dormimos, pero esperando la hora nos pusimos a platicar y tocó el tema de los peces, pues empecé a decirle al viejo que las especies de cabrillas era lo que los gabachos llaman las Sea Bass, “¿sabes que es Bass?” le dije al viejo, “Ohhh, por supuesto” me dijo, “el Bass es el camión, ¿Qué no?”, soltamos la risa al unísono Ricardo y yo…


La mañana del domingo nos levantamos para salir a unos puntos que Ricardo ya traía marcados en el GPS, estos puntos estaban como a 18 km de la playa. Pues ahí te vamos, y aprovechando lo largo de la travesía aprovechamos para trolear a ver que se pegaba. Pues si se pegaron unos barriletes que trabajados a la distancia y con el equipo que me cargaba dieron una pelea que hasta la fecha es la mejor de las peleas pesqueriles que he tenido, ¡¡ahh que bonito doblaban la caña, que machín le sacaban línea al carrete!! Muy buenas capturas.



Pues llegamos al primer punto y empezamos a fondear, para esto una manada de lobos marinos estaban ahí junto, y según me dijeron se ponen ahí para ganarle a uno con el pescado que trae, afortunadamente no nos quitaron ninguno. 
Pues a soltar las carnadas 80 metros al fondo con plomada de 12 Oz. Y a sacar lo que se agarre. Ahí salieron cálicos y un pez de buen tamaño que me dijeron le decían “conejo”
Dicen que el ser humano es el único “animal” que se tropieza dos veces con la misma piedra. Resultó que en el segundo punto movimos la lancha con una línea sin levantar y nos pasó lo mismo que la tarde anterior, enredamos línea en la propela… ¡¡A la torre!! Bien lejos de la playa, ¿y ahora? Pues don Chava al más puro estilo de Chanoc, se tendió sobre el motor para destrabarla, quedo un poquito dura pero fue suficiente para regresarnos. Cuando vimos que si anduvo el motor volvimos a trolear y de repente sentí pesado el señuelo, como si hubiera agarrado alga o basura. Cuando lo saqué nos dimos cuenta de que era un pedazo de línea retorcida, creemos que la que quedaba en la propela. Todo bien gracias a Dios.



Pues de regreso nos fuimos hasta la peña que le dicen “El Acero” y salieron unos buenos marranitos, de ahí nos fuimos por la orilla viendo lugares como el Pandito, Himalaya, el Trochil de Garza (la Peña Blanca pues), la Piedra Webona, la Ensenadita y de regreso al campamento.



Pues ya todo fue descansar y comenzar a levantar el campamento para regresarnos, no sin antes pegarle el último susto al Viejo con la Corneta de mi Capitán.

P.S. después de este viaje, lo que pasó y como la lancha de Ricardo aun no tiene nombre, se hizo la propuesta de llamarla como este relato, “La Corneta de mi Capitán” aceptando con ello todo tipo de albures que vengan, ya saben, cosas como “súbete a la Corneta de mi Capitán” y cosas así. Jejeje
Saludos.


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